
¿Qué pudo haber hecho que esta mujer saltara del mirador del Empire Estate un primero de mayo cualquiera en 1947?...
He aquí mi versión.
Desperté de un sobresalto en la madrugada, y no pude conciliar el sueño desde entónces. No puedo evitar pensar, que debería estar feliz por la vida que me ha tocado llevar. No tendría porque quejarme...sé que lo tengo todo. Aún así siempre cabe en mi ese vacio, ese hueco extraño, que me hace creer que esta no es la vida que yo hubiera querido para mi. Siempre quise hacer algo más de mí, que terminar a medias mis estudios para comprometerme con un hombre que apénas conozco. Aunque no niego que Richard es bueno, muy bueno conmigo, y me trata bien, pero eso no quita el hecho de que no lo amo.
Me paro de la cama, y me miro al espejo. Cada sonrisa que hago ante mi reflejo, solo sale como una mueca torcida. Empiezo a preguntarme cómo he podido vivir así. Esto no es vivir, es un remedo de vida...haciendolo todo por costumbre, por aparentar, por servir...me siento como uno de esos robots que salen en las películas, programados para ciertas tareas, y solo para eso. Nada queda en mí, de esa chica alegre, que tenía muchas expectativas para su vida. Había luchado tanto para que mis padres decidieran enviarme a la escuela...y en cuanto lo logré sentí que podía hacer mucho más con mi vida que solo dedicarme a cuidar un hogar, como todas mis amigas soñaban. Y no es que no quiera una familia. La quiero, pero quiero también mucho más que eso. Mi madre me ha dicho, que si sigo estudiando y eventualmente me pongo a trabajar, no tendré el tiempo que se necesita para cuidar de un hogar, de mis hijos y de mi marido. Nunca se cansa de recalcarme que mi marido siempre deberá ser primero, y que nunca deberé desatenderlo ni a él, ni mi casa.
El solo pensamiento de verme así, venida a menos, limpiando mi casa todos los días me asusta. Yo no quiero esa vida. No la quiero, y me rehuso a aceptarla.
Me maquillo un poco más de lo normal para ocultar mis ojeras. De nuevo me envuelvo en ese ritual para hacerme ver impecable, y salgo de mi cuarto. Mis padres me reciben con una sonrisa, mi padre lee el periódico como siempre, y mi madre hace el desayuno. Les digo que no tengo hambre, y salgo de la casa.
Me ha rondado por la mente la idea de hablar con Richard. Me gustaría decirle lo que pienso sobre nuestro matrimonio, y sobre mis sentimientos hacia él. Lo quiero mucho, pero no lo amo, y él se ha esforzado tanto para que lo ame. Me da mucha pena, pero me daría más pena que se casara conmigo...después de todo, no soy nada de lo que todos afuera creen que soy.
Me pongo mi abrigo gris, y mis guantes antes de salir del taxi, he llegado al Empire Estate, y voy al vigésimo piso, que es donde Richard trabaja. Dejo el elevador, e inmediatamente las miradas giran hacia mí. Todos ahí son hombres, y solo hay una chica al principio de la oficina que funge como recepcionista. Me acerco a ella sin dejar de observarla. No sé porqué me recordó a mi cuando era más jóven. Todavía le brillan los ojos, y supongo que ha de tener muchas esperanzas para su vida.
-Buenos días,vengo a ver a Richard Jhonston...-digo yo, sonriéndole. Ella me sonríe de vuelta y me pide con un gesto que espere un momento. Se va de su escritorio y se dirige a la oficina de Richard. Lo puedo ver desde dónde estoy, a través de las persianas. Se ve impresionado de que yo este ahí. Pronto sale, y me recibe sonriente, pero desconcertado.
-Evelyn, linda..¿Qué estas haciendo aquí? Este no es un lugar para tí...-me dice él,tomándome del brazo con algo de fuerza. Me lastima.
-Vengo a hablarte sobre nosotros, Richard...-le contesto, algo nerviosa. Me mira de forma molesta, y me jala del brazo hasta su oficina.
-Evelyn...corazón, esto podía esperar. Qué tu madre nunca te enseñó que jamás puedes interrumpir a un hombre por nada, cuando está en su trabajo?-me pregunta, quitando un mechón de pelo de mi rostro.
-Es que bueno, yo pensaba...-dije, pero él no me deja terminar.
-Pensar! pensar! pensar no es bueno para las mujeres, cielo...por eso no debí estar de acuerdo con tus padres cuando dijeron que te enviarían a estudiar! ves? eso es lo que el estudio hace, las hace pensar por sí mismas, y eso no es bueno. Sabes linda? qué tal si te guardas eso para nuestra luna de miel, eh? porqué no te vas, y le ayudas a tu madre a que prepare una cena? llevaré a mis amigos a cenar a tu casa...-dijo, literalmente empujandome fuera de la oficina.
-No, es que ese es el problema! no quiero casarme contigo!, no puedo esperar a la luna de miel, porque no habrá una. Yo quiero volver a estudiar, sabes? quiero otra vida para mí, no quiero quedarme en casa cuidando a tus hijos, quiero ganar mi propio dinero quie...-y sin más vuelve a cortar mis palabras, pero ahora de forma violénta.
-SHHH!! todo eso que estas diciendo son simples estupideces! no digas cosas de las que después te puedes arrepentir...tú te vas a casar conmigo, y eso ya está acordado...-dijo él tapándome la boca con fuerza. Me asusté tanto que comencé a llorar. Pensé que lo entendería...me había engañado pensando que él podría entender algo como eso...
-Y qué hay si no quiero?-le pregunto, retándolo.
Solo recibí una cachetada por contestación. Después, se miró arrepentido, y quiere besarme, pero ya es demasiado tarde. Lo empujo y salgo corriendo de la oficina. Todo mundo me mira, y ya ni siquiera eso me importa en el momento. Ví que el elevador se abría y sin importar si iba hacia arriba o hacia abajo, me meto corriendo en él, mientras seguía sobándome la mejilla.No podía parar de llorar.
El elevador paró, y salí. Ahora estaba en lo más alto de ese edificio. Me acerco hasta donde estaba el mirador, completamente desierto. No había nadie más que yo.Me siento en el suelo, y lloro con más intensidad. Lloro de coraje, de dolor, de impotencia...qué vida me espera allá abajo? una vida de esclavitud, disfrazada de un matrimonio "feliz". Una vida privada de todos mis sueños y aspiraciones...
Justo ahí, me llega la voz de mi madre zumbando en mi cabeza. "Tú no serás nada si no te casas...mírate, así como eres nunca serás buena esposa para nadie...deja tus tonterías, y acepta tu destino"
Pues quería que decidiera mi destino? Ahora mismo lo tomaré entre mis manos. Abrí mi bolsa, y saqué mi diario. En una hoja nueva escribo:
"El está mucho mejor sin mí...No sería buena esposa para nadie" y en un arranque de furia lo taché. Me retractaba de alguna forma de lo dicho...el que no fuera esposa de nadie,no me hacía peor persona...
Veo una silla cercana y la traigo hasta la orilla del edificio, me subo en ella, y abro los brazos. La sensación es indescriptible, me siento tan libre...y así, me valgo de la silla para subir a la orilla del edificio, y me dejo ir. Me dejo ir, y me libero de absolutamente todas las cadenas del destino que me habían atado desde el momento en el que nací.
2 comentarios:
Wow!!
impresionante..............
Creo que hay veces que de verdad desearia hacer eso...........digo! soy feliz y todo pero si como que hay momentos en los que no me encuentro..........
Muy BUENA historia MAfie!!
cLAP CLAp clap!!
vaya que eso estuvo fuerte
me imagino la frustracion de las mujeres en esa epoca
que aburrido
y me alegro que evelyn fue una mujer liberal
buena forma de honrar a las mujeres asi
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