Without You, I'm Nothing.

Olivia pisa los restos del cigarro que hace poco tenía entre la boca. Aún se ven pequeñas muestras de que el cigarro sigue encendido, pero eventualmente, se apagará.

Camina por la acera de una calle completamente desierta, a las afueras de Manhattan, y por cada paso que da, un gramo de seguridad, se le escapa de las manos. Tiene ganas de llorar, pero no lo hace. No quiere causar una escena ridícula frente a él. La noche anterior, se había prometido, no comportarse como una niña ante él, y seguía firme en su propósito. 

Las luces de los edificios se fueron atenuando, dandole paso al amanecer que, minutos antes, rogaba para que llegara, confesar algo que esta tan dentro de uno mismo, no era ni remótamente fácil, lo sabía. Pero tenía que hacerlo, tenía que sacarlo de su pecho. Ya era tiempo de que se comportara como la adulta que se suponía que era. 

El número 212 de la calle Howard, comienza a divisarse desde donde está. Conoce perfectamente la casa, tanto como conoce al dueño de ella. Al llegar, abre la reja, y lo mira recargado en la pared,enfundado en un abrigo negro, fumando. Se da cuenta de que Olivia ha llegado, y le hace un gesto con la cabeza, para que se meta a la casa. 

Ya adentro, Olivia camina hacia la sala, tropezándose con casi cada cosa que yace en el suelo aleatoriamente. Recuerda lo adorablemente desordenado de él, y sonríe para sí misma. La sonrisa desaparece al mirar el rostro de él, que no se ve contento. 

-Qué haces aquí?-le pregunta él, se quita el abrigo negro,y lo avienta al sillón. Olivia siente un cosquilleo nervioso en su estómago, como preámbulo de lo que sabe que esta por venir. Lo mira, lo estudia. Sus ademanes, sus gestos. Sus brazos, aquellos brazos en los que moría por estar. No creía que podía existir un lugar más seguro que ese. 

-...Yo vine a...-dijo ella, sin terminar la frase. De pronto se ha quedado sin palabras y las busca frenéticamente en sus adentros. Su respiración se agita. Se acerca un paso más a él, que solo se limita a mirarla, casi retandola, para acercarse más. Le sonríe, y ella acepta el reto. Se acerca tanto, que no existe espacio entre ellos, mas que la ropa que ambos usan. Él, siente la respiración de Olivia en su cuello, y solo cierra los ojos. Se queda quieto, inmóvil, y a la expectativa, como esperando que ella de el primer paso. 

Pronto, Olivia se da cuenta de que las palabras sobran en el momento. Ninguna palabra, ningun adjetivo, ningun verbo, podrían decir exactamente lo que ella quería comunicarle.

Alza la mirada, y se encuentra con la de él, una sonrisa a medias, se nota en su rostro. Las manos de ella, encuentran un lugar en su cuello, y las de él, en su cintura. De pronto, sus labios hayan el sitio indicado, y se besan.

Nunca, en sus 17 años había sentido tal cosa. Algo tan inexplicable, y tan adictivo. Y sabiendo que la palabra peligro estaba escrito en los ojos de él, se dispuso a ignorarlas, y escribir en su lugar la palabra amor. 

Justo ahí recordó, porque decidió cruzar medio continente europeo, y un pedazo del americano. Era él. Era él, y un todo tan promisorio, que todos los días, le estaba haciendo olvidarse, de aquel minúsculo, pero importante detalle. 

Él no era libre. Y ella no era la chica que llevaba el anillo de compromiso en su mano. 

Aunque, a esas alturas del partido, ya no le importaba. Era el momento lo que hacía que todo valiera la pena, eran sus labios y los suyos conectados, y la reacción en cada fibra nerviosa y sensible de su cuerpo, cada vez que se miraban.

Olivia nunca volverá a ser la de antes. Ahora, estaba convencida de que sin él, no era nada. Nada.

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Historia inspirada por:

Whithout you I'm Nothing-Placebo feat. David Bowie.