Metros y metros de perfecta tela blanca cosida, penden del cuerpo frágil de una mujer que se mira al espejo. Su expresión nos dice que no está contenta. Se mira a si misma de arriba abajo, se toca el vestido, lo siente aprisionado entre sus manos, inhala y exhala con dificultad. Después, se lleva las manos a su cabello perfectamente arreglado para la ocasión. Las perlas de su madre alrededor de su cuello le dicen que no hay marcha atrás, sin embargo dentro de ella algo está pasando. Una implosión tan devastadora como silenciosa. Una catástrofe, una señal, una probada de todo lo que está por venir. No está lista, de hecho, nadie nunca está verdaderamente listo para ese tipo de decisiones trascendentales y fundamentales de su vida. Elegir, o no elegir una cosa como esta, no es cualquier cosa. Atarse de por vida a alguien, mucho menos.
Afuera esta helando. Las personas afuera, maldicen que se les haya ocurrido llevar a cabo el evento en un jardín. Nadie lleva menos que un abrigo. Todos sentados, frotándose las manos, hablan apenas entre sí. Una mujer de vestido azul turquesa, literalmente grita que no puede sentir las mejillas. En la fila de atrás un niño llora, y su madre intenta hacerlo callar sin éxito. Todos siguen a la expectativa. Desesperados por que todo se lleve a cabo de una vez por todas.
Un hombre de traje, se pone los zapatos, sentado a la orilla de la cama. Una sonrisa adorna su rostro. Sus ojos tienen una luz especial. Después de un momento, se para, y se mira en el medio espejo de su baño. Mientras lo hace, no puede más que pensar en que solo está a 15 minutos de su entera felicidad. El principio del resto de su vida, apenas comenzará, y tendrá todo lo que siempre quiso en sus manos. Incluida ella. Se pregunta cómo lucirá, y se la pasa imaginando, como casi todo el tiempo desde que le propuso matrimonio, el momento en el que ella, le dirá que sí. Sus vidas estarán unidas para siempre. Y no habrá poder humano que podrá quitársela jamás.
La misma mujer, envuelta en aquel costoso vestido de novia, no ha dejado de mirarse al espejo. Su expresión ha cambiado. Se ve desesperada. Siente que podría gritar, pero no lo hace. Cada vez que abre su boca, nada parece salir de ahí. La tela le aprieta, las perlas literalmente la ahorcan, y las zapatillas que está usando parecen estar matándola. Sin embargo, decide caminar fuera de la habitación, con algo de trabajo llega a la puerta que la llevará directamente al jardín, y al recinto de la boda, que está a nada de llevarse a cabo. Desde ahí, puede ver al mar de personas sentadas, el padre ya está afuera, y el hombre de traje también está ahí. El típico organillo que anuncia la entrada de la novia, comienza a sonar, significando que ya debe salir a escena. Abre la puerta, con las manos temblorosas, y siente el frio golpeando su cuerpo. Todos voltean, y la miran caminar a pasos pequeños, que irradian toda la inseguridad, y el mundo de emociones encontradas que trae consigo. El frio afuera es tal, que en cuanto se suelta a llorar, las lágrimas se secan. Las personas no le apartan la vista, y algunas le sonríen simpateticamente, su madre está ahí. Sus padre está ahí, sus hermanas, le sonríen de forma burlona, y la familia del hombre de traje, la mira con absoluto desdén. La negatividad flota por el aire. Es densa, y gélida, como el clima en el momento. De su mente emanan otras mil razones para no estar ahí. Solo quiere desvanecer, solo quiere hacerse cenizas al momento.
El hombre de traje le extiende la mano, la mujer la toma casi a fuerza, y los dos ahora están ante el padre de mirada siniestra. Comienza la serie de letanías obligadas, y a ratos, la mujer cierra los ojos. Por su mente comienzan a pasar flashes de otra vida, otra vida que no es ni remotamente parecida a la suya. Abre los ojos de nuevo, y todo parece tan irreal. El hombre de traje la vuelve a tomar de la mano, y saca un anillo. Lo toma, y en el momento en que el anillo toca la yema del dedo de la mujer, esta se hace para atrás, la gente , atónita lanza expresiones al aire. La cara de la mujer solo denota miedo, y desesperación, una desesperación que ni siquiera puede describirse. El hombre de traje lo mira desconcertado. La llama por su nombre repetidas veces, pero ella parece ausente. El anillo ahora yace en el suelo. El padre no sabe qué hacer. La madre de la mujer le grita. Pero ella ya no oye absolutamente nada. Se ha dejado ir. Ya ni siquiera está ahí, y como reflejo automático sus piernas comienzan a moverse lejos de ahí, sus manos obedecen el impulso y toman el vestido con fuerza, el hombre corre detrás de ella, y le grita, la llama con tintes de furia y desesperación. La mujer decide no mirar atrás, corre por la calle, descalza. Después de correr un poco, da la vuelta a un callejón empedrado que va cuesta abajo. Las casas viejas que la adornan son testigo de su huída. El hombre sigue llamándola, está a metros de ella, cada vez que siente que la va a alcanzar, ella da dos zancadas más, y de nuevo se conserva invicta.
El punto culminante aparece. La mujer llega a un puente antiguo, y sin temer nada, se sube a la orilla de él, ahora, desde arriba ve el rio inmenso debajo de ella, la está llamando, con una voz sublime y dulce. De pronto siente que es ahí donde debe estar. Mira una última vez hacia atrás y mira al hombre de traje, de rodillas en el suelo, a punto de llorar. Le grita que se baje de ahí, pero ella ya no puede. Por fin, se lanza al vacio, y el rio la recibe con los brazos abiertos. Todos sus sentimientos, todos sus miedos, desaparecen como por arte de mágia, y solo espera a que el agua dentro de sus pulmones haga el resto.
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Inspirada bizarramente en Burn My Shadow (Junkie XL Mix) de UNKLE feat. Ian Asbury.
1 comentarios:
Sin palabras.................
ES INCREIBLE!!!
Ahhhhhhhhh pude sentir la presion de la chica por huir y pederse en ese rio........
Ahhhhhhh Mafie!!
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