UNTITLED (#2-cap)

-- A strange Feeling --

Eran las once de la mañana del sábado y mi avión apenas estaba tocando suelo parisino. No me molestaba ya que me había acostumbrado a viajar mucho tiempo en avión. Cuando llegue y por fin pude prender mi celular miles de mensajes y llamadas perdidas aparecieron sobre la pantalla. Sabia que todos en Nueva York se alterarían, estaba a un día de mi boda y yo no estaba allá. Creo que esa era parte de mi naturaleza, desaparecer cuando mas se me necesita. Baje del avión y ya un elegante carro me esperaba. Un hombre atractivo y bien vestido me esperaba en el. Manejo por lo menos unas 2 horas y llegamos al hotel, me ayudo con el registro y me dio algunas instrucciones. Descansaría unas horas ya que a las 4 tendría mi primer reunión.

 -Esta es la llave de su cuarto.

-Gracias.

-A las 3:30 abra un coche esperándola. Por favor sea puntual. –dio media vuelta y se retiro-

 Me molesto un poco su comentario de “Por favor sea puntual” pero estaba en Paris, lejos de mi realidad así que no me fijaría en eso, además, estaba cansada. Camine por el lobby como si el tiempo estuviera a mi favor. Preste atención a cada detalle, a cada persona, era como un sueño todo aquello. Pero por lo general los sueños no son para siempre. En una de mis inspecciones lo vi. Ahora lucia mas flaco y algo sofisticado, nada parecido a lo que yo deje ese día con una anillo en la mano y la otra rogando que no me fuera. De repente me sentí expuesta, que haría si me reconocía, que haria si fuera y me hablara, de repente millones de preguntas llenaron mi cabeza. Espere un momento pero nada de lo que imagine sucedió. El camino por el lobby acompañado de unos amigos, supuse, y de una chica de la cual iba tomado de la mano.

 -Señorita, puedo ayudarle en algo? –dijeron de repente-

-No, no…..-me retracte- Si, si puede ayudarme en algo.

-Si, señorita!

-Sabe en que habitación se hospeda el señor Jack Hansen Horvilluer. –me sorprendí a mi misma recordando su nombre-

-Permítame

-Gracias.

 La verdad es que no sabia porque quería saber donde se hospedaba, pero en aquel momento esa pregunta abordo mi mente y no pude contenerme.

 -El señor esta hospedado en la habitación numero 342 en el edificio suroeste.

-Muchas gracias.

-De nada, estamos para servirle.

 Todo aquello había sido demasiado fácil, mas de lo que pude haber imaginado, por lo general en un hotel esa información es confidencial, pero por lo visto en este no. Después de haber cumplido mi objetivo, revise el gafete que colgaba de mi llaves y me di cuenta que el destino estaba de mi lado. Mi habitación era la 344 del edificio suroeste, dos habitaciones después de la de el. Corrí lo mas rápido que pude, la verdad es que no sabia si deseaba encontrármelo o solo ese momento de adrenalina que lleno mi cuerpo me hizo correr. Cuando llegue a la habitación me di cuenta de que estaba justo frente a la suya, que mas podía pedir. Entre a mi habitación y todo era silencio, fue extraño, por lo general estaba acostumbrada a compartir la habitación con alguien. Abrí mi bolsa de mano y me vi que el celular seguía prendido, mas llamadas se unían a la lista. Lo apague y prendí el que me había dado la oficina. Comencé a inspeccionar el cuarto, aunque debía de descansar, la adrenalina de volverlo a ver me hacia mantener el ojo bien abierto.

 -Señorita Mariana –se escucho del otro lado de la puerta-

 La voz, algo gutural me asusto, pero aun así corrí y abrí la puerta, era uno de los botones del lugar, traía un enorme paquete, para el cual tuve que firmar una forma, me lo entrego, cerré la puerta y corrí a abrirlo. Era hermoso, era el vestido mas hermoso que había visto. Aun mas hermoso que mi vestido de novia. Supuse que eso era lo que debía usar para la reunión de la tarde. Lo extendí sobre un sofá largo que estaba en la habitación y me recosté. Necesitaba dormir, el avión nunca era la opción así que esta era el momento.  

-Déjame en paz!! –se escucho afuera seguido de un fuerte portazo-

 Creo que no había pasado ni 5 minutos de que me había dormido cuando aquel grito me despertó. ¿Que había sucedido? Fue la pregunta que inmediatamente se planto en mi mente. Corrí y mire por el ojillo de la puerta, del otro lado una mujer medio vestida se encontraba parada en el arco de la puerta. De repente otra pregunta remplazo a la otra ¿Habrían peleado?. Al pensar aquello una felicidad inexplicable invadió mi cuerpo, se sintió como aquella adrenalina, pero esta felicidad también me había sentir algo culpable. Tal vez el nunca había podido ser feliz, todo por mi culpa, por mi y a mi cobardía. Pasaron algunos minutos y la chica del vestíbulo entro al cuarto y cerro la puerta entre sollozos. La felicidad desapareció y la culpa me invadió rápidamente. Era como si hubieran vertido sobre mi un tipo de acido que quemara lentamente. Mire mi reloj aun me quedaban 2 horas y media para estar lista. No había podido dormir y menos ahora con esta incertidumbre.  Abrí nuevamente la cada donde venia el vestido y me percate de la presencia de otra. Ahí había varios cosméticos y productos para el cabello. Volví a mirar mi reloj. Entre al baño y me di una ducha, seria lo mas recomendable a falta de una buena siesta. Salí, me vestí y me arregle. Tome el bolso que acompañaba al vestido y salí de la habitación. Tome el elevador y llegue al lobby, de la nada sentí como varias miradas se posaron sobre mi. Fue extraño, supuse que era por el efecto de aquel hermoso vestido azul zafiro. Mire nuevamente el reloj, estaba a tiempo. Salí del hotel y el carro ya estaba ahí, aquel guapo chico del aeropuerto estaba ahí. Subí e inmediatamente arranco.

 -Me alegra su puntualidad –guarde silencio- debe saber que en estos países es algo muy importante.

-Aquí y en todo el mundo señor. –dije molesta-

-Bueno, estos son los papeles que deben firmar los accionarios.

-Ok, algo mas?

-Estas personas no son como la gente que suele tratar en Nueva York, esta gente es detallista, leerán hasta las letras pequeñas, no se confíe.

-No se con que tipo de gente a tratado usted, pero se hacer mi trabajo a la perfección. –fije mi mirada hacia la ventana del auto- 

No podía entender como ese tipo de gente con su arrogancia podía tener los puestos que tenían. Al fin de unas cuadras el carro se detuvo. El hombre bajo y me ofreció la mano, yo con todo respeto acepte la ayuda. Entramos al restaurante, a lo lejos una mesa apartada de las demás sobresalía por su elegancia.  Llegamos a la mesa y los tres hombres ahí presentes se levantaron, me saludaron y comenzó la charla. Pedimos de comer, hablamos de negocios, hablamos de la vida y de cómo vivimos los neoyorquinos. Cuando pedimos el postre contraataque, alabe la ciudad pero remarque su pasibilidad, su busca de tranquilidad. Cuando terminamos llegaron los papeles a firmar, no hubo mucho problema, leyeron los contratos y sin mas firmaron. Me sentí alegre de haber hecho mi trabajo rápido y bien. Dieron las 6 de la tarde y salimos del lugar. El carro tomo el mismo rumbo y me llevo al hotel. Baje y el hombre elegante me detuvo. Bueno, creo que a pesar de mi desprecio por el es mejor mencionar su nombre ya que será parte de esta historia, el hombre se llamaba David. Bonito nombre para alguien tan desagradable, pensé al instante. 

-Hizo un buen trabajo.

-Yo siempre hago……..-me interrumpió-

-Espero se repita mañana por la noche, se firmara el ultimo contrato y podrá volver a casa.

 Aquello me encendió, que problema podía tener ese hombre como para tratarme así. En cuanto termino de hablar le dirigí una mirada de desagrado y comencé a caminar hacia el hotel, sin percatarme de lo que estaba a punto de contraer en mi camino. 

CONTINUARA.....

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