Follow The Map.

Querido D. :

Tengo algunas preguntas para ti, pero estoy segura de que no podrás responderlas. Estas muy lejos de aquí ahora. 

Existe la vida después de ti?. Realmente me gustaría saberlo. Qué se supone que hacemos las chicas como yo, después de una situación como esta? Nos resignamos, nos aguantamos las lágrimas? lo borramos de nuestras vidas?. 

Ya teníamos tiempo de no hablar. Yo estaba distante, y tú te comportabas como un fantasma en la casa. Apenas hablabas. No sé que pasó con nuestra excelente química, supongo que una de las mitades de la naranja comenzó a pudrirse primero que la otra. Supuse que la tuya fue la que con el tiempo se marchitó. La mía sigue intacta. Igual que el día en que te conocí. Lo que realmente me parte el alma, es que nuestros circuitos ya no estaban conectados el uno al otro. Nuestros corazones, comenzaron a palpitar diferente. El tiempo de la melodía cambió, y yo no pude darme cuenta. No, corrijo: No quise darme cuenta, hasta que todo estalló de una forma masiva, pero igualmente silenciosa. Te fuiste. Abandonaste la casa, nuestra casa, y me enviaste un telegrama, diciendo que estabas en alta mar. Que habías tomado el bote de tu padre, y que te embarcabas en la misión más grande de tu vida, y que lo harías solo. Yo lo tomé de la forma más ligera: Querías un tiempo fuera. Y acepté tu decisión. 

El problema aquí, fue que pasaron varios días. Meses. Años...y no volví a saber de ti. Y a tres años y medio de haberte ido, llegó una madrugada a mi correo una foto de tuya. Estabas en polo Norte. Una auténtica aurora boreal de color verde intenso, enmarcaba tu figura, en el hielo. Te veías contento. Detrás de la foto, me escribiste algo: Unete a mi, sigue el mapa.

No tuviste que decírmelo dos veces. Saqué el mapa hecho de un papel sumamente delgado, que venía doblado en el sobre, y me di cuenta de que tú mismo lo habías trazado. En algunas partes, había anotaciones hechas por tu puño y letra, que no leí hasta que pisé tierra, en Victoria, Canadá. Le mostré el mapa a un guía que me recibió amablemente en el aeropuerto, y dijo saber exactamente en dónde estabas. Me emocioné tanto. Te vería después de tres años y medio llenos de una nada tan terrible, que dejó un hueco enorme en mi corazón. El camino no fue nada fácil. Me moría de frio, y la temperatura solo bajaba, y bajaba. Pero en cuanto vi en la lejanía, una pequeña cabaña, con una bandera azul, supe que había llegado,esa era la X que marcaba mi tan ansiado tesoro, y un poco de calor recorrió mi cuerpo, y supe que aunque jamás había estado ahí, ese era mi hogar, porque tú estarías ahí, conmigo. Me bajé de la avioneta lo más rápido que pude, y no tuve que tocar a tu puerta porque tú mismo me abriste. Me abrazaste. Pero había algo en ti, que no cuadraba con el chico sonriente de la foto delante de la aurora boreal. Estabas mucho más delgado. Los huesos se te notaban mucho, y tus ojeras eran muy marcadas. Supe entonces, que algo no estaba bien. 

Despedí al guía, y dijo que vendría por nosotros, la semana siguiente, como lo acordamos. Yo no te dije nada, pero estaba decidida a volver contigo. No iba a permitir más distancia entre los dos. 

Y por fin hablamos. Te hice tantas preguntas al mismo tiempo, pero me callaste con una sola respuesta.
-Me estoy muriendo...y sé que esta será mi última semana aquí, por eso te llamé. Por eso te envié esa carta. Primero, en cuanto supe que me quedaba poco tiempo, hace tres años y medio, decidí que no quería que vieras como todo en mi se iba haciendo añicos. No quería que me vieras justo así, como me ves ahora. Pero después de tanto tiempo aquí, me di cuenta de que no quiero morir solo.Quise jugar a ser fuerte, pero ahora estoy más débil, y más asustado que nada, sin embargo, estoy muy contento de que estés aquí, conmigo. No hay nada más que desee, que esto...-Me quedé callada. Absorta en cada palabra que dijiste, y me sentí tan mal. Mal de haber pensado que te habías ido porque no tuviste el valor para decirme que todo entre los dos se había acabado, pensé mil cosas. Y todas ellas jamás me llevaron a este escenario tan cruel. Te estabas muriendo. El destino quería llevarte de una vez por todas. Y ahora yo rezaba porque me llevara también a mi. 

No puedo describir lo que fue esa última semana contigo. Simplemente no hay palabras. Nos reímos tanto, lloramos tanto, nos amamos tanto, nos perdonamos, volvimos a vernos reflejados en los ojos del otro. Y mientras más pasaba el tiempo contigo, menos quería dejarte ir. En las noches, mientras dormíamos, le reclamaba al destino a gritos que no podía llevarte de mi, que no era justo, que no tenía porqué ser así. 

Llegó el domingo, y justo como tú lo dijiste, se cumplió la semana, y dejaste de existir. Te fuiste dormido, como tanto querías, y te merecías. Llegó el guía, y le conté lo sucedido, te llevamos de vuelta a Victoria, donde te hice una ceremonia silenciosa. Cumplí cada una de tus voluntades, y te dejé ir en el mar helado. Te volviste parte de esa nieve tan blanca, y comencé a sentir una extraña paz. Siempre estarías conmigo. Lo supe desde ese momento, y hasta la fecha lo sé.  Una persona tan especial como tú, siempre deja huella en las personas que más amo, y que más lo amaron, y sé, que secretamente, yo me quedé con la mayor parte de ti

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Inspirada por la canción: Follow The Map de Mono. 


0 comentarios:

Publicar un comentario