Terminamos de desayunar, y como siempre, él abría su laptop y ponía algo de música. De pronto, Lovers Are Losing de Keane empezó a flotar por el aire, y sin que los dos lo notáramos hasta después, comenzamos a corear la canción. Yo estaba sentada al lado de Erin, acomodándole el cabello. En el momento del coro, los dos cantamos más fuerte, e inevitablemente nos volteamos a ver, nos reímos, y seguimos cantando juntos. Él no lo sabía, pero amaba esos pequeños momentos junto a él. Me hacían sentir en un mundo paralelo, donde él y yo, compartíamos realmente una historia, aquella donde solo ambos éramos protagonistas. Cuando la canción acabó, cada quien disimuló hacer sus cosas. Él, sacó su eterno cuaderno verde, y comenzó a dibujar algunas cosas. Yo, por mi parte, fui a mi habitación, y saqué algunas cosas que necesitaban lavarse. Cuando salí, Darien me tomó del brazo, e hice un gesto, para preguntarle qué ocurría.
-Te gustaría ir al lago esta tarde? Recuerdas que mis padres tienen una casa ahí? De hecho ahí me conociste, Erin te trajo ahí en mi cumpleaños , y ahora creí que sería bueno para ti, salir fuera de esta ciudad, aunque sea por un fin de semana...-me dijo, y bajé el cesto de la ropa.
-No creo que sea buena idea. Sabes que no podemos dejar a Erin sola...-le dije, lamentándolo.
-¿Y quién te dijo que teníamos que dejarla sola? Conozco a alguien que puede cuidarla mientras estamos fuera. Era enfermera de mi abuela, y sé que la cuidará muy bien...-dijo Darien, y yo no supe qué decir. Tenía tantas ganas de salir. De hacer alguna otra cosa que no fuera directamente relacionada con Erin. Me moría por sentir el agua helada de aquel río que no tocaba desde hace mucho tiempo. La última vez que estuve ahí, ciertamente fue en el cumpleaños de Darien. Recuerdo que en el momento en el que Erin me lo presentó, no dije absolutamente nada. Solo me quedé embobada, mirándolo. Y me dio tanta pena cuando todos fuimos a nadar al rio. Me sentía cohibida por él, y por toda la bola de chicos más grandes que yo. Era la primera vez, en la que estaba apenas cubierta por un traje de baño de dos piezas frente a una veintena de gente. Pero la pena se fue, cuando el mismo Darien me invitó a que nadáramos juntos un rato, porque Erin no quiso entrar, la sola idea de meterse a un rio, le parecía “anti-higiénico” Y ah...de cuantas cosas se perdió. Nunca se me va a olvidar las cosquillas que sentí, nadando muy cerca de él. Nadamos hasta la casa de sus abuelos, que yacía abandonada algunos metros adelante, atravesando el río. Nos quedamos un rato caminando entre el jardín lleno de hierba, y de estatuas de mármol que se veían antiquísimas. Platicamos sobre nimiedades, de cómo conoció a Erin, y de lo mucho que estaba enamorado de ella. Y aunque la plática no me agradó del todo, me conformaba con oírlo hablar.
Y ahora, estaríamos solo él y yo, y la tranquilidad de aquella casa a lado del rio. No habría Erin, ni una veintena de muchachos esperando ligar, no habría incomodidades, ni extrañezas. Ya nos conocíamos lo bastante bien, como para parecer realmente amigos. A estas alturas, ya sentía que lo éramos. Habíamos compartido tantas cosas en estos 5 años, que probablemente el titulo ya era merecido. Empaqué mis cosas apresuradamente, metí una decena de trajes de baño diferentes, como si de verdad fuera a usarlos todos, también metí algunas cosas abrigadoras, y varios jeans y playeras. Pronto, estaba abajo, metiendo mi maleta en la cajuela. La enfermera llegó, y saludó a Darien con mucho cariño. Él le enseñó el camino hasta la recamara de Erin, y después de un momento, bajó. Subimos a la camioneta, y por primera vez en mucho tiempo, iba a tener unas merecidas vacaciones. Me sentí tan feliz de estar con él. Me había llevado la cámara que mi madre me regaló hace un año, y que no tuve oportunidad de abrir. Comencé a tomar fotos en el camino, y algunas veces, le tomaba fotos a Darien, que se reía mientras “posaba” para la cámara. La carretera ante nosotros se veía hermosa, con el sol del atardecer. Y por más que quise quedarme despierta para observar el paisaje, terminé dormida.
Tiempo después, al sentir que la camioneta paró, me desperté en automático. Me estiré, y bajé para darme cuenta de que ya estábamos ahí. Parecía un mundo perdido, apartado de todo y de todos. La hierba había crecido más desde la última vez, y la luna se veía enorme. Darien bajó mi maleta y la suya, y nos metimos a la casa. Todo estaba exactamente como lo recordaba, y el ambiente olía un poco a humedad, dejó las maletas en la puerta, e inhaló y exhaló como sintiéndose aliviado de estar ahí. Yo me sentía extraña. Hace mucho que no estaba fuera de la casa, y ahora estaba fuera, y con el novio de Erin.
-Bueno, te voy a enseñar tu habitación, Lyla. Acompáñame...-me dijo Darien, y lo seguí escaleras arriba. Caminamos a través del pasillo, y llegamos al último cuarto de la derecha. Abrió, y un cuarto color lila apareció ante mis ojos.
-Esta recámara era de mi hermana. Puedes quedarte aquí, y si necesitas algo, estaré en el cuarto justo al lado del tuyo, te veo mañana para desayunar, pero esta vez, me toca a mi hacerte el desayuno...-dijo sonriente, y me guiñó un ojo. Le dije adiós con la mano, y cerré la puerta tras de mí, me puse la pijama, y me fui a dormir. Aunque no tuve mucho éxito. Estaba acostada en la cama, viendo hacia el ventanal que daba al rio sin poder dormir. Me la pasaba pensando en cómo estaba Erin. Siempre había tenido el miedo de no estar ahí cuando ella despertara. Si es que alguna vez lo hacía. Su condición empeoraba y empeoraba. A pesar de siempre estar alimentada con ese suero, no estaba recibiendo los nutrientes necesarios que solo la comida normal podría darle, y si de por si era delgada antes del accidente, ahorita se veía en los huesos. No podía negar lo mucho que me preocupaba...y sentía un poco de cargo de conciencia al estar ahí, en la casa del lago con Darien, completamente solos. Aunque, nada pasaría entre nosotros. Por mucho que yo secretamente quisiera. Me encantaría tener el valor de ir a su habitación, besarlo, y decirle lo mucho que me gustó desde que lo conocí aquí, en este mismo lugar. Pero cada vez que pienso de esa forma, es como si viera a Erin a mi lado, es como si sintiera su presencia conmigo, como si ella pudiera darse cuenta de todo ahí, desde su cama.
Definitivamente no pude dormir. Me paré de la cama, y salí por el ventanal hacia el balcón. Darien estaba ahí. Tenía los pies metidos en el agua, y parecía jugar con ella con las manos. Me quedé un rato observándolo desde arriba, intentaba imaginar en qué estaba pensando. Obviamente pensaba en Erin. Me imagino lo difícil que ha de ser para él, tener una relación casi inexistente con el amor de tu vida. El verla ahí, con los ojos cerrados, y el pulso débil le ha de romper el corazón tanto como a mí.
-No estarás enamorándote de mi novio, verdad?-preguntó la voz de Erin, que de pronto se oyó muy cerca de mí. Voltee, y juré haberla visto sentada en la cama, con el cejo fruncido como casi siempre.
-Claro que no, Erin...-le contesté, casi tartamudeando. No sabía por qué diablos le contestaba, sabiendo que obviamente era producto de mi imaginación. Lo increíble, es que volví a sentirme como lo hacía cuando Erin sabía que yo traía algo entre manos. Los nervios recorrieron mi cuerpo, y mi pulso se aceleró.
-Qué bueno, porque serías muy tonta si te enamoraras de él, porque solo me quiere a mi...¿Qué puedes tener tú, que yo no tenga?...-dijo, y se echó a reír. Sus carcajadas comenzaron a aturdirme, hasta que de pronto, desperté, y estaba sentada en el suelo del balcón, sudando. Me paré rápidamente, y volví a mirar hacia la cama. Obviamente no había absolutamente nada. Y cuando volví a mirar abajo, Darien ya no estaba ahí.
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