4.The Beginning After The End.

Todo parece una pesadilla. La muerte huye de mi. Me esquiva, se esconde. Me evade. Y yo la busco, me le entrego, y ella, altanera, me rechaza. Sé perfectamente que todos tenemos nuestro tiempo para morir, pero el mío ya se tardó.

Volteo a ver a mi derecha y es el mismo hombre que estaba afuera de mi casa. Lo miro desconcertada, y él me ofrece una sonrisa. Sin embargo, yo me alejo.

-Qué quiere de mi?...porqué rayos me salvó? A usted qué le importa?-le pregunto furiosa. La gente vuelve sus miradas hacia mí, y de nuevo soy el objeto de atención. Tal vez no debí gritar...

-Estoy tratando de ayudarte, Elizabeth...-me contestó, y lo miro sorprendida de que supiera mi nombre. Me alejo, camino hacia atrás, asustada. La gente se acerca a mí, y solo quiero escapar.

-Tú no entiendes nada...ese coche debió arrollarme. Y tú, te entrometiste, y lo evitaste...eso no es ayuda para mí!-le volví a gritar. Se acercó a mí, y yo corrí...

-Esa chica está mal...-dijo una mujer, desconcertada ante mi actitud, y la gente comienza a murmurar, sin embargo, el hombre va tras de mí.

Ya no tengo la cuenta de cuantas cuadras he corrido, pero me siento exhausta, y justo cuando decidí parar, me doy cuenta de que estoy frente a mi casa. ¿Cómo llegué ahí? No sé. El hombre, sigue detrás de mí, pero no se ve nada cansado.

-Te dije que iba a ayudarte. Si tan solo me dejaras intentarlo...prometo, que si no funciona, te dejaré en paz de una vez por todas...-me dijo en un tono que comenzaba a sonar extrañamente convincente. Al menos, si lo dejaba “ayudarme” se daría cuenta de que no tengo remedio, y que ninguna de las cosas que pudiera hacer me servirían. Ya estoy perdida. No necesito dirección alguna para regresar...

Entramos juntos a la casa. Me paro frente a él, en el recibidor, y solo me dice que abra la llave de la tina, que debía entrar en ella. Y le hago caso...al menos, yo no tengo nada qué perder. Abro la llave de la tina, y dejo que el agua caliente fluya libremente por la blanca porcelana. Después de un momento, el hombre cierra la llave, y me dice que me meta en ella, y le obedezco. Me siento ahí, sintiendo el agua en mi piel. El vapor sale y llena la habitación.

-Cierra los ojos...-me dice, y yo obedezco. Respiro hondo, me tranquilizo. Pero después de un rato, me río, y abro los ojos.

-No veo cómo es que esto va a “ayudarme”, mejor no pierda su tiempo. En serio, nada me va a hacer cambiar de opinión, quiero terminar con esto de una vez por todas...-le dije. El hombre, también comenzó a reírse, y yo no sabía qué era tan gracioso en el momento.

-Si tan solo te callaras, y dejaras que las cosas funcionen...vuelve a cerrar los ojos. Solo ciérralos, por favor- me pide, y de nuevo, los cierro, y recargo mi cabeza en el filo de la tina. Otra vez, respiro hondo, e intento calmarme.

Pasan 5, 10, 45 minutos, y yo sigo ahí...hasta que la voz del hombre rompe por fin el silencio. Puedo oírlo muy cerca de mi oído...

-Te dije que venía a ayudarte. Todas las veces que has intentado acabar con tu vida lo has hecho mal. Tú más que nadie debería saberlo mejor, después de todo, tu madre te indicó el camino hace tiempo...-me dijo, suavemente, y mientras lo hacía, venían imágenes a mi mente de aquella tarde...su cuerpo, inmóvil en esta misma tina, y su expresión de completa paz. Creo que nunca la había visto tan feliz, como en ese momento. Y ahora yo, me estaba dejando ir, tal y como ella lo hizo, años atrás.

-Sigue el camino, Elizabeth...no mires atrás...-me dijo, y su voz comenzaba a oírse más y más lejos. El agua se tiñó de rojo, y sentí una liberación total. Ahí estaba mi final perfecto. Por fin mi círculo se estaba cerrando, y yo no podía hacer nada más, que sentirme feliz al fin...

Cuando sacaron a Elizabeth del agua, la encontraron con la misma expresión que tenía su madre, cuando murió en esa tina. Los vecinos, horrorizados, miraron salir el cuerpo de la chica, de la misma forma que su madre...sin embargo, nadie nunca supo en realidad, sobre el hombre que la ayudó a encontrar la salida que tanto deseaba.

Fin.