El destino no me dejó escapar. Volví a ver a Sam en el aeropuerto, y aunque quise intentar explicarme, obviamente había sido inútil. Después de que se había ido, compré mi boleto a Luxemburgo y me quedé un rato en un café con Adam. Ninguno de los dos dijo mucho, pues las cosas ya estaban más claras que el agua. Yo iba a volver a casa, e iba a intentar continuar con mi vida, por mucho que me doliera todo lo que había pasado. Era justo en ese momento, donde todo el peso de mis arrepentimientos se ceñía sobre mí, y ya no había vuelta atrás. Había decidido jugar con fuego, y solo cuando estuve a punto de volverme cenizas quise parar. Demasiado tarde para arreglar las cosas...
-Y qué vamos a hacer ahora?...-me preguntó Adam, mientras terminábamos de tomar el café.
-No sé tú, pero lo mejor sería que cada quien estuviera por su parte, hasta que estemos completamente seguros de que esto es lo que queremos...no me mal entiendas Adam. Lo que me has dicho, por mucho que me haya dolido, no cambia lo que siento por ti. Empecé pensando en lo mucho que me atraías, y poco a poco me fui enamorando de ti. Jamás pensé que todo esto se diera de esta forma, y ahora que todo esto ha pasado, veo las cosas de diferente forma.
-Podríamos intentar yendo a otro lugar a vivir...un lugar junto al mar, qué se yo...-me dijo, tomándome de la mano. La quité lentamente, y me miró, con preocupación.
-Los dos tenemos que pensar bien en esto. Nunca pensé que te diría esto...me encantaría irme contigo a donde sea, pero no me siento bien. No me siento bien haciendo esto, al menos no ahora...-le dije, me paré de la mesa, y le di un beso de despedida.
Caminé sola hasta la sala de espera. Todavía podía sentir la mirada de Adam siguiendo mis pasos, y yo no quise voltear hacia atrás, pues no quería que me viera llorando. Me estaba costando más de lo que yo creí, pero después de todo lo que había provocado, necesitaba hacerlo.
Era irónico pensar lo mucho que había peleado por él, y lo mucho que deseé alguna vez que Sam y él se separaran para estar con Adam. Y ahora, que tenía el camino libre, había decidido apartarme.
Tenía unas ganas enormes de botar las maletas y correr hacia él. Pero la razón por fin se hacía presente en mi. Estaba entre lo fácil y lo correcto.
Y era hora de escoger lo correcto. Tarde. Pero nunca lo demasiado, para intentar corregir lo que había hecho.
FIN.
1 comentarios:
ohh que triste y enredada estuvo la historia
muy bien chicas las felicito 8D
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